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Queridos parroquianos de Inmaculada Concepción,
Navidad ya está aquí, y el fin del año está a la vuelta de la esquina. Hay muchas razones para decir que este año, al igual que el anterior, no ha sido fácil, debido a la pandemia y a los problemas económicos, sociales y políticos por los que estamos pasando. Las incertidumbres que experimentamos nos hacen reconocer nuestra fragilidad y algunas veces nos llenan de temores y angustias.
¡Pero es muy bueno que la Navidad esté aquí! Es en estos precisos momentos de nuestro tiempo que debemos recordar que Cristo vino a nuestra historia como el Emmanuel, el “Dios con nosotros” que nos traerá esperanza y nos guiará a través de los “valles tenebrosos”, como dice el Salmo 23, dándonos las palabras para describir este tiempo.
El nacimiento de Cristo no es un evento en el pasado, sino un evento que continúa en la vida. La Navidad nos recuerda la hermosa noche cuando la promesa de Dios, de enviarnos un Salvador y Redentor, se ha cumplido, pero la presencia de Cristo permanece entre nosotros como él nos lo ha asegurado, y lo podemos experimentar en la Escritura y en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía, en la cual, a través de su presencia real, somos fortalecidos y animados a continuar caminando a través de esta vida sin miedo y proclamando su Reino con amor en cada cosa que hacemos y en cada palabra que pronunciamos.
Navidad es un tiempo para enfocarnos nuevamente en la Luz que hemos recibido en Cristo, para que, aún en los momentos más oscuros, podamos encontrar la Luz de Sabiduría que nos dirige a vivir y responder a la voluntad de Dios como hijos e hijas de Él que somos en Cristo.
La humanidad de Cristo nos ilumina para enfrentar los momentos difíciles con fe, esperanza y caridad: Fe, reconociendo su presencia y sus caminos; Esperanza, sabiendo que su Espíritu nos moverá hacia su Reino; y Caridad, al darnos cuenta de que todos formamos una comunidad de amor en Él, por lo tanto, no estamos solos, sino todos juntos con Él, y en Él y a través de Él, ayudándonos unos a otros como hermanos y hermanas que somos, y haciéndonos presentes para el otro, especialmente para los más necesitados, podemos transformar esos momentos en momentos de gozo y alegría.
Celebrar Navidad, por lo tanto, es una renovación de nuestra fe en El que nos llama a la unidad y el amor al compartirnos de su divinidad.
Que esta Navidad llene sus corazones de gozo, paz y amor al abrazar a Cristo, y que el Año Nuevo nos encuentre trabajando juntos con renovadas fuerzas y alegrándonos en las muchas bendiciones que Dios nos otorga.
Feliz Navidad y un Bendecido y Próspero Año Nuevo para ustedes y sus familias.
Fr. Manuel Fragoso Carranza.
Párroco.
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